Por: Psic. María Emilia Montes García
Psicóloga. Diplomada en Intervención en crisis. Diplomada en primeros auxilios psicológicos.
Las luchas de poder entre padres e hijos comúnmente suceden cuando se tienen límites ambiguos; tanto los padres como los hijos, están centrados en demostrar quién “manda más”.
Con ese tipo de límites, frecuentemente las interacciones entre ambos se convierten en dos personas que quieren ejercer su voluntad.
En nuestro trabajo con las familias presenciamos luchas de poder como la siguiente:
Hijo/a: No me gusta ver ese programa de T.V.
Padre o Madre: Es muy educativo.
Hijo/a: Yo no quiero verlo.
Padre o Madre: No vas a hacer lo que tu digas, esto es lo que puedes ver.
Hijo/a: ¡Es tonto!
Padre o madre: ¡No hables así, quedas castigado por que eres muy grosero!
Es posible que se crea que las luchas de poder son ocasionadas por falta de autoridad de los padres, pero en realidad, y como lo mencionaba anteriormente, tienen más que ver con ambigüedad en los límites y en los roles que cada uno juega en la dinámica familiar. Es importante que el adulto sea la autoridad, pero esta autoridad funcionará mejor si está basada en el amor, con límites claros y no propiciando miedo. El miedo podría influir en la capacidad de decisión de los hijos, en su tolerancia a la frustración y tristemente, fractura la relación padres-hijos.
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En la relación padres-hijos muchas veces se repite el mismo patrón de conducta. Los padres ordenan-los hijos no quieren obedecer-los padres van levantando la voz-los hijos se resisten aún más, hasta que termina en llantos, gritos y castigos. Este patrón puede resultar muy fastidioso, frustrante e incluso muy agotador para ambas partes. Como mencionamos antes va deteriorando la relación, sin que los padres sean conscientes de ello. Es importante que los adultos tomen conciencia de la situación y puedan cambiarla. Pero ¿Cómo hacer que los hijos participen en tiempo y forma con lo requerido para que todo en la familia funcione? Te compartimos tres estrategias eficaces para educar sin caer en lucha de poder:
Muéstrale empatía: La empatía es una de las estrategias más funcionales para crear una convivencia saludable, si tu hijo se siente comprendido, y escuchado, serán menos las probabilidades de que se encasille en querer hacer su voluntad, ya que en lugar de tratar de convencerlo a toda costa, se podría demostrar empatía con palabras como: Te entiendo, yo también me he sentido así, es normal que te sientas de esa manera, etc.
Dale opciones: Al tener la “ilusión” de que puede elegir, se pueden evitar muchos conflictos, ya que ninguna parte querrá ejercer su poder, algunas opciones podrían ser:
"¿qué prefieres, ordenar tus juguetes ahora o después de comer?, ¿prefieres bañarte ahora o después de cenar?, ¿prefieres lavar los platos o sacar la basura?"
Habla de sus conductas, no etiquetes: Es importante observar las palabras que se utilizan, para no poner etiquetas innecesarias a los niños y aunque parezca algo demasiado simple, puede resultar complicado deshacernos de este tipo de lenguaje, pero cambiarlo puede hacer un cambio positivo en las conductas de los niños, por ejemplo: En lugar de decirle: “Eres un grosero” puedes decirle “Las palabras que estás usando pueden herir a otras personas”.
Aplica estas estrategias para que tu relación con ellos sea basada en la tolerancia, empatía y amor.
Contamos con el taller EDUCO y el taller SOY TOLERANTE, ambos con el objetivo de formar a los hijos desde la conciencia. Te invitamos a participar.
Más información, whats app. 332 494 7826
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